La sensibilidad dental después del blanqueamiento generalmente ocurre debido a la naturaleza de los agentes blanqueadores utilizados, como el peróxido de hidrógeno o el peróxido de carbamida. Estos químicos penetran en el esmalte dental para alcanzar la dentina subyacente donde descomponen las moléculas que causan las manchas. Durante este proceso, el peróxido puede irritar temporalmente los nervios dentro de los dientes, especialmente si ya hay una predisposición a la sensibilidad dental o si el esmalte dental es particularmente delgado.

La sensibilidad provocada por el blanqueamiento dental es generalmente temporal y se describe a menudo como una sensación aguda y breve al consumir alimentos o bebidas frías, calientes o dulces. La mayoría de las veces, esta sensibilidad es leve y desaparece por sí sola dentro de varios días después de concluir el tratamiento. En casos muy raros, la sensibilidad puede ser más intensa y prolongada.

El blanqueamiento dental es un tratamiento cosmético popular que busca mejorar la apariencia de la sonrisa al aclarar el color de los dientes. Una preocupación común que muchos pacientes expresan es si este procedimiento puede desgastar o dañar el esmalte dental. Es importante aclarar que, cuando se realiza correctamente bajo la supervisión de un profesional cualificado, el blanqueamiento dental no desgasta ni daña los dientes.

Durante nuestra vida cotidiana, al consumir alimentos y bebidas, especialmente aquellos que son ricos en colorantes como el café, el té, el vino tinto y ciertas frutas y verduras, nuestras sonrisas están expuestas a partículas que pueden teñir y acumularse en la superficie dental. Estas partículas se adhieren a la capa externa del diente, conocida como esmalte. Aunque este esmalte es increíblemente duro, es también poroso, lo que permite que estas partículas penetren y causen una decoloración visible.

El tratamiento de blanqueamiento dental funciona aplicando una solución blanqueadora, generalmente basada en peróxido de hidrógeno o peróxido de carbamida, que penetra en el esmalte dental y reacciona químicamente con las moléculas pigmentadas atrapadas en los dientes. Esta reacción química descompone las manchas en partículas más pequeñas, lo que disminuye la concentración del color y mejora la blancura general de los dientes.

Es crucial entender que este proceso no elimina ni erosiona el esmalte dental. Los productos de blanqueamiento utilizados en las clínicas dentales y los aprobados para uso doméstico están formulados específicamente para ser seguros y efectivos, asegurando que no causen daño al esmalte dental cuando se usan según las indicaciones. Además, muchos de estos productos incluyen ingredientes que fortalecen el esmalte, como el fluoruro, lo cual puede ayudar a mantener los dientes fuertes y saludables.

El blanqueamiento dental es un procedimiento seguro para la mayoría de los pacientes; sin embargo, no es adecuado para todos. No se recomienda para niños menores de 16 años, mujeres embarazadas o lactantes, o personas con alergias conocidas al peróxido, que es el agente blanqueador más comúnmente utilizado. Además, el blanqueamiento dental no es efectivo en prótesis dentales como coronas, carillas o empastes. Para estos casos, se pueden considerar otras opciones cosméticas para igualar el color de los dientes naturales con las restauraciones dentales. Si tienes dudas específicas sobre tu idoneidad para el blanqueamiento dental, es mejor consultar con un dentista que pueda evaluar tu situación particular y ofrecer la mejor opción de tratamiento.